Hezbollah entra a América Latina por la puerta del frente: la estrategia para su expansión

Tras la caída del Imperio Otomano, miles de refugiados árabes que huían huyendo de la guerra encontraron refugio en América Latina, comenzando un nuevo capítulo en sus vidas. Esta ola de inmigración ha llevado, hoy, una comunidad de más de 10 millones de libaneses viviendo en el continente. 

En ese entonces, una política de migración abierta permitió una llegada masiva de libaneses que arribaron principalmente a Venezuela. Significativamente, muchos de esos inmigrantes se instalaron en la zona de la Triple Frontera, un área de 200 kilómetros cuadrados ubicada en la intersección de Argentina, Brasil y Paraguay, que incluye una ciudad de cada país: Puerto Iguazú en Argentina, Foz de Iguazú en Brasil y Ciudad del Este en Paraguay.  

Un estudio hecho en 1990 por el Comando Especial de Operaciones de los Estados Unidos revela que los “clérigos del Hezbollah comenzaron a plantar agentes y a reclutar simpatizantes entre los inmigrantes árabes y musulmanes en la Triple Frontera en el momento más álgido de la guerra civil libanesa, a mediados de la década de 1980”. Estas redes de apoyo de Hezbollah, conocidas localmente como “clanes” son usadas por los grupos militantes para obtener acceso al continente Latinoamericano para su expansión económica y logística. 

Matthew Levitt, un investigador del Washington Institute cree que esta es la razón por la cual Mohsen Rabbani fue enviado a América del Sur en 1983. Rabanni, un clérigo iraní, que funcionó como clave para el establecimiento de células de Hezbollah en el continente y también la persona formalmente acusada por la Justicia Argentina de ser el cerebro intelectual en el atentado de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), en Buenos Aires. La bomba que estalló mató a 85 personas e hirió a cientos, y es considerado el atentado más grande contra la comunidad judía ocurrido en América Latina.

Los clanes en el presente

En la actualidad, los clanes están constituidos por son grupos de familias libanesas que ejercen control sobre territorios otorgados en el continente sudamericano, Hablando con IranWire, Joseph Humire, un experto en seguridad y Director del Centro para una Sociedad Libre y Segura declaró: “El país que tiene la mayor cantidad de clanes abyectos al “Partido de Dios” es Brasil, la comunidad libanesa en ese país es realmente grande, hay que tener en cuenta que esto no significa que todos son parte de Hezbollah, al contrario, es una comunidad bastante generosa que participa en diferentes organizaciones benéficas, son otras víctimas más”

Venezuela, agrega, también tiene un importante número de clanes: “En Venezuela se conocen hasta el momento, se sabe de 9 clanes que operan en diferentes puntos del país” Según las explicaciones del experto, estos operan con gran facilidad. Pues son clanes que cuentan con posiciones políticas muy importantes y un control económico fuerte.

El clan Bakarat

Después del 9/11, un rumor de que Osama Bin Laden estaba escondiéndose en la Triple Frontera comenzó a circular. En consecuencia, el presidente estadounidense George Bush decidió lanzar una investigación, que, si bien no logró dar con Bin Laden, en cambio expuso la presencia del clan Barakat, uno de los clanes más identificados con Hezbollah. 

Estados Unidos descubrió que Assad Ahmad Barakat, otro de los personajes implicados en el atentado de la AMIA, se había convertido en el líder del clan. Assad Ahmad Barakat está actualmente preso en Paraguay por fraude migratorio, esperando ser extraditado al Líbano.

Junto a sus dos hermanos Fadel y Hassan, Assad estableció centrales telefónicas que funcionaban como punto estratégico para armar las operaciones. Estos centros permitían hacer llamadas al exterior sin que hubiese registros, era por aquí donde los operadores del grupo en Latinoamérica lograban comunicarse con los operadores en Libano para poder organizar la logística tanto de crecimiento económico como para las estrategias para las operaciones violentas.

Los funcionarios chilenos han identificado varias empresas de importación y exportación, principalmente ubicadas en zonas de libre comercio como la Zona de Libre Comercio de Iquique (ZOFRI) en el norte de Chile, que se sospecha que sirven como organizaciones fachada o empresas fantasmas para Hezbollah. Saleh Trading Ltd. es uno de ellos

A través de esta empresa, junto con BARAKAT IMPORT EXPORT LTDA, se habrían desarrollado operaciones de blanqueo de capitales para financiar al grupo extremista.

El clan Bakarat tenía empresas operativas en diversos países del continente, entre ellos Venezuela. Diversas evidencias que prueban que este país sirvió para operaciones realizadas por el Assad Ahmad Barakat fueron también halladas. Entre estas está los negocios realizados en más de una ocasión con el Ministerio del Deporte con la empresa Saleh Training LTDA, la cual fue establecida en Chile por Kalhil Saleh y Assad Barakat en 2001. 

Es en Venezuela donde están basados otros de los tres clanes más conocidos en Latinoamérica, el clan Saleh, el clan Rada y el clan Nassereddine (Nasr al-Din). Cada uno de estos clanes, Humire explicó “tiene el control de ciertas zonas a lo largo de la ruta clandestina que va de la Isla de Margarita a Maicao”

El clan Saleh

El clan Saleh operaba principalmente en Colombia hasta 2012 cuando su líder, un prominente empresario chiíta y agente de Hezbollah, Ali Mohamad Saleh, y su hermano Kassem Mohamad Saleh fueron sancionados en 2012 y se fueron a Venezuela, donde está basados actualmente.

Ali Mohamad fue además miembro oficial del partido político militar Hezbollah, funcionando como representante en Maicao.

El clan Saleh fue responsable de la red transfronteriza de terrorismo y crimen en Colombia y Venezuela descubierta durante la Operación Titán, una operación antidrogas de dos años de duración llevado adelante por agentes colombianos y de Estados Unidos que dejó 130 detenidos y la incautación de $23 millones. 

La Operación Titán reveló la existencia de una red de operaciones ilegales que se llevan a cabo a través del comercio transfronterizo, principalmente por cárteles de la droga con vínculos con el régimen de Maduro, así como enormes cantidades de efectivo que se transportan físicamente entre los dos países. Durante muchos años, el clan Saleh controló los mercados ilícitos de drogas, armas, contrabando, contrabando de efectivo a granel y lavado de dinero en Maicao, Colombia cerca de la frontera norte con Venezuela. Ali Mohamad y su hermano, Kassem Mohamad Saleh, fueron designados como financistas del terrorismo en 2012 por la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) del Tesoro, mientras que Ali Mohamad Saleh también fue designado como un capo de los narcóticos un año antes.

Humire explica que, según varios testimonios, este clan ahora está en Maracaibo trabajando con un cartel de drogas bastante poderoso en el país latinoamericano, el cartel de “Los Leales” y otro clan libanés prominente integrado en la burocracia del régimen de Maduro. Se presume que estos controlan la ruta migratoria de la Guajira.

El Clan Nasr al-Din

Mientras tanto, en la Isla de Margarita, un importante punto estratégico para Hezbollah en el Caribe, el clan Nasr al-Din ha echado sus raíces. Este clan ha formado oficialmente parte del régimen chavista del expresidente Hugo Chávez, y prueba de ello es q Ghazi Nasr al-Din (quien fue sancionado en 2008 por la Oficina de Control de Activos extranjeros por sus lazos con Hezbollah) fue el ministro de Relaciones Exteriores en Venezuela, siendo diplomático oficial. 

Asimismo, su hermano mayor, Abdallah Nassereddine, ha sido una figura importante, el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), sirviendo como coordinador regional para el estado de Nueva Esparta. Mientras que, al tercero de los hermanos, Oday se le acusa de ser el responsable de diversas operaciones desestabilizadoras. Los hermanos nunca han aceptado ser parte de la red de apoyo a “El partido de Dios” pero nunca han negado que son simpatizantes a la causa.

El Clan Rada

Por último, se puede encontrar al clan Rada, un clan sumamente grande que Joseph Humire afirma se localiza a lo largo de toda Venezuela, pero tiene sus principales centros de funcionamiento en la capital industrial del país, Valencia, donde tienen el control de varias empresas ligadas a industria de las criptomonedas que son controladas por el regimen de Nicolas Maduro. 

Asimismo, tienen una fuerte presencia en Punto Fijo, la ciudad más grande del estado de Falcon en el norte de Venezuela. De los tres clanes este es el que trabaja más bajo perfil, de hecho, es el único que no cuenta con ninguna sanción o que tiene juicio abierto. Pero el clan representa gran peligro para Latinoamérica, ya que uno de sus miembros más conocidos, Abdala Rada Ramel, está relacionado con Salman Raouf Salman, personaje al que se le atribuye participación importante en el atentado de la AMIA.

Además, el clan tiene una conexión directa y fuerte con Hezbollah en El Líbano.

Los tres clanes nombrados tienen posiciones cercanas a los puertos más importantes de Venezuela, esto siendo parte de su estrategia, pues es desde ahí desde donde manejan todo el comercio que permite servir como recurso de expansión económica a Hezbollah. Asimismo, cabe recalcar que cuentan no sólo con el apoyo del régimen, sino que además son parte de este. Uno de sus aliados más importante es Tarek El Aisami, quien controla todo el comercio marítimo en el país.

Para cerrar hay dos puntos que es vital recalcar, el primero como lo explica Humire, es que si bien es cierto que las comunidades libanesas son la primera puerta de Hezbollah a el continente americano no se puede incluir a toda la comunidad en esta situación. 

“La comunidad no es mala”, apunta Humire. “Muchos participan en actividades caritativas, agregando un valor a la sociedad, ellos también son víctimas de Hezbollah, muchos salen de sus países huyendo del partido de Dios”.

Estas redes representan un peligro para todos los ciudadanos del continente, ya que son una de las redes de crimen organizado más grande de Latinoamérica.